Después de varios años alejado de la poesía, de ese barco que zarpa a lugares desconocidos, unas veces cruel, otras amable, trepo furtivamente por el cabo de amarre y me cuelo en la toldilla. Zarpo y respiro, y emprendo de nuevo viaje. Recorro en mis ojos versos y mares, propios y ajenos, y me dejo al fin adormecer -emocionado, asustado, a veces hundido- entre el oleaje.
Rata de barco pirata
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